Los pescadores lo llaman corruco. Es el nombre que tradicionalmente se ha dado en la zona a un marisco exquisito, un producto de auténtico lujo y gran calidad que Grupo Ubago bautizó hace medio siglo como langostillo para su comercialización y cuyo consumo quiere ahora relanzar con una campaña de promoción secundada por el Gobierno andaluz.
El langostillo, un manjar por el que hay auténtica devoción en algunas regiones como Madrid, Cataluña o todo el Levante, es un molusco difícil de encontrar en el mercado español, sobre todo porque la única empresa que lo lleva al mercado es Ubago, que es también la que propietaria de la patente del sofisticado método de procesado y tratamiento de este marisco que por su elevada toxicidad no puede consumirse directamente en fresco.