Un puerro que en el caso de La Catedral de Navarra tratan con mucho mimo desde el mismo momento de su cultivo hasta el momento en el que lo sirven en nuestra mesa.
Una vez cocido al vapor, se desconcha y muy cuidadosamente se lava la vianda en agua templada semisalada para, a continuación y manualmente, seleccionar las piezas de mejor tamaño.