Un puerro que en el caso de La Catedral de Navarra tratan con mucho mimo desde el mismo momento de su cultivo hasta el momento en el que lo sirven en nuestra mesa.
Se trata de las famosas guindillas “vascas” o “piparras”. Verdes, de pequeño tamaño, muy finas y nada picantes. Se envasan en vinagre de vino y son una delicia.